Cuestiones de apuestas
Cuando las palabras se ahogan en mi garganta forman un nudo que estalla en mis ojos y las deja escapar silenciosas y húmedas en mi almohada o en el hombro de el ser desafortunado en el que esconda mi rostro tras un abrazo para dejarlas huir seguras.
Y hablan, te juro que hablan, un idioma distinto al que debe ser natural vocalizar, creo que es el idioma de la libertad.
Se vuelven líquidas, se aglomeran en mis ojos, oprimen mi garganta y dan el salto.
Corren cálidas, ágiles, hábiles y gritando a todo pulmón lo que los labios y la voz no quisieron decir.
Son atrevidas, me retan y apostamos "¿Quién ganará ésta vez?", ¿Las dejaré dar el salto? o ¿Podré contener sus fuerzas en mi garganta y tragarlas?
No tengo la cuenta de las numerosas veces que he perdido y ganado los retos que me plantean pero dejando de lado la estadística de la apuesta, debo aceptar que, sin importar el resultado, siempre perdí.
Y hablan, te juro que hablan, un idioma distinto al que debe ser natural vocalizar, creo que es el idioma de la libertad.
Se vuelven líquidas, se aglomeran en mis ojos, oprimen mi garganta y dan el salto.
Corren cálidas, ágiles, hábiles y gritando a todo pulmón lo que los labios y la voz no quisieron decir.
Son atrevidas, me retan y apostamos "¿Quién ganará ésta vez?", ¿Las dejaré dar el salto? o ¿Podré contener sus fuerzas en mi garganta y tragarlas?
No tengo la cuenta de las numerosas veces que he perdido y ganado los retos que me plantean pero dejando de lado la estadística de la apuesta, debo aceptar que, sin importar el resultado, siempre perdí.
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